Desde que trabajaba allí, la chica había adquirido una mirada fija y vidriosa, como de llanto fosilizado. Tal vez imaginaba todas esas vidas que ya eran muertes cuando desfilaban ante ella. Vidas despreocupadas, danzarinas, escurridizas, inocentes. Las manos se movían rápidas como siempre, atentas a la disciplina de la producción: sardina, sardina, sardina, tapa, fuera. Ocho horas cada día duraba la comunión de criaturas dolientes, las de las tumbas metálicas y la del delantal impermeable.
Bienvenida al blog de la Escuela de Escritura de MasdePoetes. Este es un lugar para compartir, comentar, crecer juntos y sobre todo disfrutar de la escritura y la lectura.
miércoles, 5 de febrero de 2025
Una historia enlatada
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