Soy el termo de café de Gabriela. Ella me cuida mucho, siempre está pendiente de donde me deja. A veces me pierde de vista, e inmediatamente comienza a hacer movimientos nerviosos, mira a izquierda y derecha, salta de la silla y sale zumbando hacia la última aula donde estuvo, después a la biblioteca, después al patio, pregunta a todas las que se le cruzan por el pasillo, hasta que por fin me avista y se calma. Crisis superada. Me coge entre sus manos y respira hondo.
Sé que no concibe su vida sin mí, pero yo me pregunto si hay algo más para mí que el café de especialidad de cada día. Ya sé que no debería quejarme, mi vida es interesante; salimos al monte, a la montaña, a la playa, al teatro, de visita, a veces paseamos por ciudades nuevas, leemos tranquilamente junto al fuego o la ventana abierta. Siento el cariño que me transmite al cogerme suavemente. Pero… ¿y si un día dejara de mantener la temperatura? Gabriela es muy estricta: el café tiene que aguantar caliente al menos dos horas.
Sin embargo, no tengo miedo. Al pensar en esto vislumbro mi única posibilidad de escapatoria, de trascendencia, de trasformación esencial. En lo profundo de mi alma, quiero que llegue ese día. Quiero pasar esa inevitable temporada de olvido en la oscuridad del armario, donde un día aparecerá la cara de Ana, y luego su mano, y luego la luz del jardín, la tierra fresca, el tacto inquieto de las raíces de una planta de flor. Algún día seré maceta.
Qué bonito Gabriela! Es perfecto para el ejercicio que vais a hacer hoy en relación al Personaje-Objeto. Vas a escribir un relato precioso partiendo de esta premisa! ❤️😘
ResponderEliminarTe invito nuevamente a que desarrolles este cuento y nos deleites con el día en que se convierte en maceta. ¿Cómo serían las flores?, ¿a qué olerían? ¿qué pensarían el resto de los maceteros?, ¿y las hojas? ¿y las raíces, cómo crecerían? Estoy segura de que sería una relación planta macetero muy particular y muy juguetona. Ahí te lo dejo.
ResponderEliminar