Hoy me he levantado y he escuchado, un día más, a mi voz interior. Ella es mi termómetro emocional, fiable al 100%, siempre y cuando se le escuche desde la honestidad. Durante muchos años ha sido la mensajera de falsas creencias, tabúes, prejuicios, pensamientos intrusivos, críticas constantes, ... Imposible amordazarla, siempre lograba abrirse camino.
Pero entonces, de repente, se produjo un punto de inflexión. En lugar de acallarla, de luchar por ignorarla, la nueva estrategia fue escucharla. Reflexionar sobre lo que me decía, no dejar de preguntar, reflexionar sobre nuestras conversaciones para, finalmente, lograr comprender. La comprensión es la llave hacia la sanación, hacia el desarrollo interior y el autoconocimiento.
Por eso yo y mi yo interior, alineadas, hemos adoptado desde hace ya un tiempo la ventana temporal de las 24 horas. Avanzamos en el camino del debo, tengo y quiero. Cada día hacemos por llenar un poquito más el vaso del quiero, en detrimento del debo y el tengo que. A medida que crecen los quiero, la voz interior se calma y se afianza en mi la paz interior en forma de terciopelo.
Hola Rosa! Me encanta que compartas y describas tan bien ese diálogo interno, tan poderoso y transformador, que nos cuesta tanto gestionar. Estamos allí, todas :)
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