Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que lo humillen, lo ultrajen y lo crucifiquen.
Mateo 20:18-19
— ¿Estás haciendo las crucifixiones?
Se miró las manos. Tenían una latencia como de animal dormido, ¿se le habían hecho más grandes? Le molestaba un poco el humor negro de su jefe, eso de las crucifixiones…
Quedaba algo de luz en el patio interior. Endulzó el café y lo revolvió con delicadeza, mirando las cabezas inclinadas, las expresiones inquietas en la sala de espera.
— Mira por el cristal, allí están aún.
— Es casi de noche, ¿has visto la hora?
— Acabaré pronto. Me quedan las ultimas.
Descolgó la bata azul del perchero y se tragó el último sorbo de café.
— No puedo hacer más. Lo siento.
Cortó la llamada y tipeó un poco más en el ordenador. En los últimos tiempos le rondaba la idea de alterar levemente los informes. Sólo un poco, algún adjetivo un poco menos técnico, o tal vez la ortografía. ¿Una sola falta desactivaría su efecto? Más de dos, seguro, pero la intención sería demasiado evidente.
Estaba cansada. Cada vez más. Como si la energía le fuera cayendo lentamente a cero. Como la concentración del contraste en la sangre después de las pruebas.
Informe
Se practicaron cortes axiales cerebrales, desde la base hasta el vértice, con administración de radioisótopo de contraste endovenoso con protocolo trifásico.
Hallazgos
Presencia de imagen hiperdensa heterogénea con áreas hipodensas en su interior de contornos mal definidos rodeada de extenso halo hipodenso, pudiendo plantear como posibilidad diagnóstica da la de proceso neoproliferativo con edema perilesional y cerrebral difuso izquierdo que condiciona compresión y desplazamiento discreto de las estructuras medias.
Acabó de tipear la última frase y salió a la sala de espera. Cuatro pares de ojos asustados se le clavaron inmediatamente. Levantó la lista hasta la altura de los ojos y leyó el primer nombre.